El oído musical y el sentido del ritmo

Aunque todas las personas sanas somos capaces de oír sonidos, no todos somos capaces de entender y discernir las diferentes notas musicales.

Una cosa es la capacidad física de oír, que puede ser incluso muy aguda en ciertas personas, y otra es la forma en que nuestro cerebro comprende lo que escucha.

Hay personas que son capaces de reconocer la nota musical exacta que están escuchando. Pueden decir si es un La# 2, o un Mi 3...

Sin embargo para la mayoría de las personas no entrenadas, esto solo es posible si se nos da una referencia externa. Es decir, podemos decir si un sonido es más agudo o menos que otro pero nos resulta muy difícil decir cuál es la altura exacta de la nota.

El instrumento que se utiliza para conocer la nota exacta es el afinador.
Resultado de imagen de afinador

Entrenando el oído o, para algunas personas, de forma natural, somos capaces de mejorar esta percepción de forma que, dada una referencia, podemos acertar a qué distancia está de ella la nota que escuchemos: un tono, dos tonos y medio, etc.

Cuanto mejor es este oído musical más exactas serán nuestras percepciones. Incluso se puede llegar a prescindir de la nota de referencia y, como hemos dicho antes, dar con la nota exacta.

Hay personas que están dotadas de lo que se llama "oído absoluto", que son capaces de distinguir exactamente la nota que escuchan, de la misma forma que un buen pintor sabe qué tonalidad de color es la que está viendo.

En el otro extremo, hay personas que son incapaces de distinguir siquiera si un sonido es más grave o más agudo que otro.

Por otro lado, está el sentido del ritmo, que consiste en poder mantener un ritmo continuado incluso sin referencia alguna.

El instrumento que se utiliza para mantener un ritmo fijo se llama metrónomo:
El metrónomo tradicional consiste en una aguja que se mueve rítmicamente de un lado a otro mientras produce un ligero chasquido. Son mecanismos que funcionan a cuerda o a pilas.

Los grandes percusionistas pueden mantener un ritmo fijo durante mucho tiempo, e incluso variarlo para luego volver al original sin apenas cambio en la velocidad.

De nuevo el ser humano, en su diversidad, ofrece también el otro extremo, el de personas que no pueden mantener un ritmo ni siquiera observando o escuchando a otros instrumentos rítmicos

Tanto el oído musical como el sentido del ritmo pueden ser entrenados y mejorados por cualquier persona.

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